Guerra del desgaste

Con los años dejamos atrás esos rituales de permanencia porque estábamos convencidos de que era imposible sellar las emociones en un frasco. A la deriva en el mar de la incertidimbre, buscamos la salvación en pequeñas islas de protección. Sin darnos cuenta, nos adentramos en el cementerio de las relaciones humanas. El mismo Hades en el que Orfeo y Eneas tuvieron que bajar. Descubrimos muchas cosas como que el mundo está repleto de sorpresas insondables. Que la guerra del desgaste se cuece a fuego lento. Y que la pérdida del cónyuge es curable, no irrevocable.

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