Cuerpo hereje,
Enemigo infiltrado,
Ven y rescátame de la noche,
Rescátame del silencio.
Si intentases entrar en mi cabaña,
Yo podría cortar tu cuello,
Mostrando mi honor
Al defender mis principios.
No obstante, podrías entrar
humildemente
Con una bandera blanca
Sujetada en los nudillos:
Porque las grietas de tus manos
Son las mismas que las mías
Y a pesar de que pertenezcamos
A facciones distintas,
A pesar del posible ultraje...
Las inscripciones del alma
El fuego que cala las venas
El hilo que ata nuestros ojos
No se hallan en las leyes,
Pues no son objetos del mundo.
Animal salvaje,
Indomable espíritu,
Abandonemos por una sola vez
Nuestros anclados ideales.
La inclinación que seguimos
Es regida por autoridades estelares,
Más allá de nuestra humana intervención,
Nuestros cuerpos se persiguen,
Como toda hoja busca el sol
Para alzarse.
Entre los ropajes orientales
Tu tacto será complice de mis sonidos.
Regalaré lamentos a mis dioses
Que denuncien mi desidia.
Mas el corazón cantará distinto,
Sobre el objeto de tu cuerpo,
El calibre de tu fuego,
El peso de tu alma,
Ese baile de tus dedos y los míos.
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