Adiós, hasta siempre


Le dije que ya se había terminado, que yo volaba por otros cielos, fuera de su alcance... y se lo tomó como un alivio pero dentro de su sosiego había mucha incertidumbre. No había cabida para un vacío tan grande. Entre los dos se había formado la brecha más profunda del mundo. El se quedó con la parte privilegiada y abundante, mientras que a mí me rechazaron del paraíso despóticamente, enviándome a unos páramos pantanosos, llenos de lluvia y fango.
Con esa despedida lo único que supe hacer fue alejarme de nuestro pasado, aún que hubieran raíces que me arrastraban con una fuerza superior a mis propósitos. Quería huir pero siempre me acercaba inevitablemente al precipicio, pensando que si tendía mis alas de polluelo, podría alcanzar tus tierras. 
Me proclamé héroe de batallas perdidas porque tuve que luchar contra el recuerdo, hacer estirpe de la memória y enfrentarme a nuestros fantasmas. Tuve que lidiar con el pánico que tengo a los finales y al futuro que siempre se presenta ante un telón de niebla denso. No hubo mar en calma que guiara mi navío desde que dijimos adiós, hasta siempre.

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