¿Qué le digo si desde que no está
la casa cada noche que pasa parece más vacía?
Los muebles ocupan demasiado aire,
no hay lugar que permita una mente
encriptada como la mía.

¿Qué hago?
Lo iré a buscar y le diré:
Todas las veces que me despierto
me siento bajo cero,
no entiendo estos paisajes tan urbanos
me hacen sentir sola,
esta ciudad no tiene alma.
El arte ya no produce en mi
ni un cálido respingo de misterio.
Ya no tengo calma.
¿La tendrá él?

Quiero que sepa que no entiendo de corazones ni de
pieles erizadas al oir una carcajada.
Si, le diré que su amor me dejó seca.
Que me abatió, me dejó perder la carrera.
Y que me siento constantemente
acechada por el recuerdo de sus
hondos y maldecidos ojos.
Ojalá pudiera correr contra mi infeliz destino.

Y entonces, en nuestro encuentro,
que será de noche,
el responderá:
Niña, ¿fui yo el que te dejó tan frágil?
La respuesta será inaudible,
no haran falta puntos suspensivos.

Nos encontraremos en una calle escondida
por miedo a ser descubiertos por los rumores.
Nos estaremos escondiendo de nostros mismos.
De los que fuimos y que hoy
evitamos conocer de nuevo.

En ese momento... ¿Qué tan lejos
estará tu corazón del mío?
Años luz me supongo.
La llovinza decorará el sinsentido
para darle su toque dramático
cuando pateticamente
yo te quiera retener
pero no pueda.
Cuando entre nosotros solo quede lluvia
y un sinfín de preguntas.

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