Hablemos de ti
Hablemos de lo tuyo, de tus palabras, tus risas y tus gestos. Todo lo mio lo tengo ausente, me aborrecen mis desgracias, mis penurías y fracasos, lo tengo demasiado interiorizado. Lo tuyo es diferente. Lo tuyo está lleno de alegría y cuando pienso en ti todo parece más ligero. La vida contigo en general es más ligera, porque lo pones todo fácil. No sé si me entiendes pero yo te lo explico. Con una sonrisa cubres la mañana, la haces radiante, rompes la dureza de la rutina y haces de los días valuosos regalos. Tu andar, por ejemplo, siempre es lento, pero porque no hay que tener prisa en el camino. Se debe hacer con delicadeza, fijándose en cada detalle para enforlatecer nuestra memoria. Porque cuando nuestras piernas se queden quietas de tanto rodaje, recordaremos los reflejos del paisaje sobre la guantera del coche, las vistas desde la cama, la playa desierta en invierno, tu cuerpo desnudo a la luz de la luna llena. Ahora que aún somos jovenes, me dispongo a recorrer contigo todo lo que pueda, por si un día te marchas lejos, poder volver a retratarte.
Hablemos de lo que das. Me das tiempo, todo el que yo quiera. Y cuando voy corriendo asustada tras él, para no perder ni un suspiro tuyo, me miras irónico, te ríes y me abrazas. Luego me pausas, me das aire y seguimos hacia delante, como si mis carreras de impaciencia fueran inocentes berrinches de mi poca experiencia. No pasa nada, dices. Tú me entiendes, me arropas y me das valor, propulsión, acceleración. De tu mano me siento libre, porque puedo fallar las veces que quiera que serás tu mi colchón cuando tenga que rehabilitarme. Sabes ser veneno pero tambien antídoto. Contigo soy lo que yo quiera. Contigo soy aún más yo, aun que a veces evite serlo. A tu lado crezco, me transformo, potencio mi alma...
Hablemos de tus palabras. Tus palabras se clavan como raíces en lo más hondo de mi pecho. Pesan porque van cargadas de tu rabia pasada y tu sabiduría permanente, del cariño con que tratas las vocales, las consonantes y tus exclamaciones, el tono de voz en tus discursos y el chillido abrumador entre tus risas, tus ruidos complacientes, tus gemidos cuando me miras en los ojos y hacemos eso que llaman el amor. Lo nuestro es un choque de universos, una ruta estelar por los sentidos, el amor ya sabes que es algo complementario. Tu no eres amor. Tu eres luz. No me hace falta salir en busca de energías, porque tu eres una fuente que me aviva, me rejuvenece, me expande y me explota hasta no poder dar más de mi misma. Sacas mi esencia, la evaporas y haces de ella un elixir de emociones. Me retroalimentas y me das calor, eres mi motor, mi potencia y las revoluciones de los pálpitos de mi corazón. Eres las palabras con las que escribo pero sobretodo las que rondan en mi cabeza.
Hablo de ti, casi siempre, y se me enrojecen las manos de vergüenza, estas insipidas manos que solo saben explicar lo que llevo dentro. Intento, te lo juro que sí, esconder mis palabras entre retóricas y barroquismos, no para dar sabor a mis pensamientos, porque para eso estan tus labios. Para que cueste poder encontrarte entre mis versos. Pero ya ves, otra vez he fracasado y la verdad es que todos estan impregnados de tí.
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